En los últimos años, México ha iniciado una transformación significativa en su marco laboral, impulsada por una serie de reformas que buscan mejorar los derechos de los trabajadores y actualizar las condiciones laborales conforme a estándares internacionales. Esta agenda, aunque originada en promesas de campaña, ha sido adoptada por diversos grupos parlamentarios y ha dado lugar a modificaciones importantes en la legislación.

Entre las reformas más destacadas se encuentran:

  • La “Ley Silla” (2024): Obliga a los empleadores a permitir que los trabajadores puedan sentarse durante su jornada, a menos que existan razones operativas que lo impidan.
  • “Vacaciones Dignas” (2023): Aumentó de 6 a 12 los días mínimos de vacaciones pagadas desde el primer año laboral.
  • Incremento del salario mínimo: Subió de $88.36 en 2018 a $278.80 pesos diarios en 2025, con un crecimiento real superior al 110%.
  • Reformas en discusión: Reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, dos días de descanso obligatorio y el derecho a la desconexión digital fuera del horario laboral.

Desde la perspectiva de los trabajadores, estas medidas representan mejoras significativas en descanso, salud mental y calidad de vida. Para las empresas los cambios generan preocupación por el aumento de costos laborales, posibles efectos negativos en la competitividad y el riesgo de que más negocios opten por operar en la informalidad, especialmente micro y pequeñas empresas que podrían tener dificultades para adaptarse.

Es importante poner en contexto la experiencia internacional. Países como España y Francia adoptaron estas reformas desde hace años, y en América Latina, Chile y Colombia están en procesos similares para reducir jornadas laborales. Sin embargo, estas transiciones han sido graduales y acompañadas por políticas públicas que apoyan a las empresas.

Conclusión

Las reformas laborales en México buscan mejorar las condiciones de los trabajadores, pero su éxito dependerá de cómo se apliquen. Para que funcionen bien, es necesario hacerlo de forma gradual y con apoyo a las empresas, especialmente a las más pequeñas. El reto es lograr un equilibrio entre mejores derechos laborales y una economía que siga creciendo sin aumentar la informalidad.